
01 Jul 2020
Apuntes sobre la Gran Nevada (19-22 de enero de 2020)
Por Jimi
Qué bonita estampa, qué postal navideña tan preciosa, qué paisaje espectacular de fondo, qué colorido blanco brillante, qué reflejos desprende ante los rayos de sol del mediodía, qué escondido se encuentra todo ante la blancura absoluta desbordante, qué luminosidad, qué volumen adquieren las cosas o las casas con sus tejados inundados, divisando solo los perfiles, los laterales de las mismas, porque un manto blanco de un metro cubre todo lo demás, qué recuerdos de la niñez cuando este hecho tan circunstancial, poco usual, ahora, en el momento actual, se convertía entonces en habitual.
Celebrando la comida de hermandad por nuestros santos patrones San Fabián y Sebastián, comentando entre
amigos y vecinos el tema central de cualquier conversación, que no es otro que el tiempo, sobre todo si va a cambiar y las noticias de los telediarios hacen hincapié en tomar precauciones por la enorme cantidad de líquido (que se convierte en sólido al chocar en alguna superficie) se espera que caiga. En este caso no era el mas viejo del lugar, como se suele decir a la voz de la experiencia o al que todo lo sabe por haberlo vivido antes. Pues bien, un amigo comentó, en referencia a lo que decían se esperaba. No pases pena, no te apures, que estos del tiempo siempre dicen que nevara mucho y luego no caen ni cuatro dedos. Todos nos reímos y pensamos que quizás tenia razón y así sería.
Pero al despertar el nuevo día del domingo, ya se vislumbraba que esta vez se iba a equivocar, ya que conforme pasaba el tiempo, ese movimiento giratorio, peculiar, de un lado para otro, lento, pareciendo no termina de caer nunca, esos copos de nieve, esas bolitas blancas, cada vez eran mas grandes, mucha mayor cantidad. Tanto que el mirar hacia el cielo se quedaba en un intento, solo se dibujaban miles y miles de trocitos blancos, todos parecidos pero todos diferentes, todos moviéndose pero sin llegar a tocarse hasta llegar al suelo, amontonándose, y de qué manera lo hicieron, rebasando con creces todos los pronósticos, hasta los de los telediarios.
Al observar cómo iba cayendo, que en las calles y carretera se iba complicando el paso, decidí salir ya, mucho antes de lo previsto. Circulando con precaución, siguiendo las rodadas de otros vehículos que habían pasado, muy despacio llegue a las obras de la carretera de Rillo.
(Aquí es donde quiero hacer un comentario de critica-protesta-denuncia a quien corresponda del MOPU o servicios de obras de las carreteras, por la tardanza, mala señalización, peligrosidad de la zona, peraltes, badenes a una altura considerable…).
También, el estar incomunicados totalmente (ni luz, ni teléfono) más de 48 horas por la nevada de enero. Es muy lamentable en la época actual que vivimos, de altas tecnologías, que aún ocurran estas cosas.