El Rincón del Abuelo: Julián y Carmen

El Rincón del Abuelo: Julián y Carmen

Introducción por Flor Lahoz Castelló

Este año traemos hasta estas páginas a una pareja que se lo merecen por mérito propio, aunque no sean abuelos. Son de los mayores que quedan en el pueblo y han pasado, prácticamente, toda su vida viviendo en Pancrudo; él, desciende por parte de madre, de uno de los apellidos más antiguos y de más abolengo, Burriel, y que, curiosamente, con él y su hermana María, desaparece este apellido de Pancrudo. Ella, no es nacida en Pancrudo, ya que nació en Jorcas, pero desde que se casó y vino a Pancrudo, se siente tan pancrudina como el que más; además se le puede considerar como la “guardiana” del pueblo, ya que guarda las llaves de una gran mayoría de familias para cuando vienen al verano por aquello de: “como vosotros estáis aquí, por si acaso pasa algo”.

Me refiero a Julián y Carmen o Carmen y Julián, tanto monta, monta tanto. Pero, a consecuencia de la dichosa pandemia del Covid, ha sido muy difícil pasar ratos juntos. Primero iba a ser mi nieto Martín el que los entrevistara, pasó el verano y no hubo manera de encontrar huecos adecuados para las dos partes, luego lo intenté yo y también surgieron dificultades, así que les dije a sus hijos que fueran ellos los que recopilaran los recuerdos de sus vidas. Espero que hayan disfrutado unos y otros.

Pero antes de pasar a ver lo que nos han contado, me gustaría hacer unas reflexiones:

Cuando hace más de 25 años empezamos con la idea de publicar una Revista que recogiera lo más importante que acontece en nuestro pueblo una de las secciones que puso sobre el tapete, Pascual Tolosa, fue “El Rincón del abuelo” como una forma de ir plasmando la historia reciente del lugar a través de los recuerdos de nuestros mayores. Todos estuvimos de acuerdo y fue él, con la colaboración de mi sobrino Santi, los encargados de entrevistar a los más mayores del pueblo.

Tres o cuatro años más tarde, esa tarea ya pasó a mis manos y lo he venido haciendo hasta hace unos pocos años que, por uno u otro motivo, no se pudo llevar a cabo, pero han sido muchos los que han ido pasando por este rincón. Otros (los menos) se les ha pedido y no han querido participar.

En los casos que había hijos o nietos capaces de escribir sobre sus allegados, trataba de convencerlos de que fueran ellos los encargados de esa misión y así lo hicieron en varias ocasiones.

Para mí ha sido una tarea agradable, hablar con nuestros mayores y que te contaran directamente sus vivencias; en algunos casos ha habido un familiar que ha puesto, no diré “pegas”, pero sí reparos a que escribiera, tal cual, lo que los abuelos me contaban, así que le dábamos la vuelta a la cuestión y todos contentos.

Últimamente me supone un gran esfuerzo; hay que hablar primero con los mayores. Es imposible ir escribiendo a la vez que se habla, porque requieren atención; usando una grabadora hay a muchos que los cohíbe y no se sienten cómodos hablando y luego está mi problema de oído, que al escuchar las voces, bajitas y de diferentes tonos, se pierde mucho contenido. Luego hay que trasladar a papel lo que te han contado y reordenarlo, ya que muchas veces las ideas se repiten. Otro problema es que a algunos de nuestros mayores los hemos dejado hasta muy tarde y la memoria ya juega malas pasadas.

Por eso quiero hacer una llamada de atención a hijos y nietos para que, con tiempo y además la facilidad del móvil que se puede usar para todo en estos días, no dejen pasar los años y hablen, pregunten y recopilen todo lo que les cuenten.

¡Cuántas veces me arrepiento yo de no haber escrito lo que mis padres y abuelos contaban!, claro, yo entonces era joven y pensaba que ya me lo volverían a contar más adelante, pero la ocasión nunca llegó. Así que os animo, sobre todo a los que los tenéis cerca, que no lo dejéis para más adelante, que no les digáis “eso ya me lo contaste” cuando os repitan algo. A todos los mayores nos gusta que nos escuchen y tengan en cuenta nuestras experiencias; seguro que nos repetimos muchas veces, pero si escucháis y sobre todo lo guardáis, cuando queráis recordar vivencias, lo podréis consultar. No esperéis a que nos falle la memoria, tened paciencia, porque seguro que, a una pregunta directa, se nos cruza algún cable y nos vamos por las ramas, pero si persistís y lo tomáis con calma, habrá muchos ratos que saldrán recuerdos remotos.

Vuelvo a repetir, aún a fuerza de ser pesada, que sean los mismos familiares, (algunos ya lo han hecho), los que nos pasen la historia de cada uno de nuestros mayores que quedan por Pancrudo.

 

Entrevista por Carmen y Julián Sancho Pérez

Cuando Flor nos comentó que había pensado en nuestros padres para esta sección de la revista no habíamos leído la introducción que había preparado, después de hacerlo suscribimos todas sus reflexiones y añadimos el agradecimiento por animarnos a profundizar en los recuerdos y emociones de nuestros padres, hemos vivido momentos felices repasando fotografías, parentescos, amigos, acontecimientos, pérdidas, lugares, viajes…, en definitiva rememorando sus vidas, la de su familia, amigos, vecinos… y la del pueblo en el que viven, Pancrudo, como dice Flor hay que hablar, preguntar y, sobre todo, escuchar a nuestros mayores, os aseguramos que merece la pena.

Siguiendo el guión propuesto, éste es el resultado de “entrevistar” a nuestros padres, Julián y Carmen, esperemos que disfrutéis de su lectura.

  • ¿Vuestro nombre y apellidos?, ¿el de vuestros padres?

Julián Sancho Burriel, hijo de Serafín Sancho Cirujeda y Agustina Burriel García, Serafín procedía por parte de su padre, Eleuterio Sancho Rabanaque, de Cervera del Rincón, los ancestros de Agustina están muy ligados a Pancrudo por parte de su padre Pablo Burriel, aunque su madre, Genoveva García Herrero, era originaria de Jorcas.

Carmen Pérez Galindo es hija de Juan Manuel Pérez García y Vicenta Galindo Romero, Juan Manuel nació en Jorcas si bien su madre, Petra, procedía de Puertomingalvo, Vicenta había nacido en el pueblo vecino de Aguilar del Alfambra y se trasladó a Jorcas después de su matrimonio.

  • ¿Dónde y cuándo nacisteis?, ¿cuántos hermanos sois?

Julián nació en Pancrudo el 9 de diciembre de 1933, del matrimonio de sus padres nacieron cinco hijos, tres de ellos murieron siendo muy niños, María y Julián son los dos pequeños, entre los que hay cinco años de diferencia, los dos han vivido siempre en Pancrudo, en casas contiguas con su cuñado Gaspar y sus hijos Agustina, Serafín y Carmen y, durante muchos años, trabajaron juntos la explotación agrícola y ganadera.

Carmen nació en Jorcas el 23 de noviembre de 1937, es la quinta de seis hermanos Bautista, Paco, Rafaela, Carmen y Antonio (el sexto murió a los pocos meses de nacer), los dos mayores se establecieron en Castellón, Antonio en Alcorisa y Rafaela sigue viviendo en Jorcas, sus hermanos varones han fallecido.

  • ¿Cómo os conocistéis?

Julián iba mucho a Jorcas desde chico porque, como ya hemos dicho, su abuela Genoveva era de allí e iba a ver a la familia, se quedaba allí unos días para las fiestas de San Pedro Mártir que eran el 29 y 30 de abril, además de su familia, tenía amigos, entre otros, los hermanos mayores de Carmen (Bautista y Paco), y a partir de ahí se conocieron y empezaron a tratarse.

Hay que decir que Jorcas está a 45 kilómetros de Pancrudo, este trayecto se hace ahora en unos veinticinco minutos pero hace casi setenta años las vías de comunicación (no nos atrevemos a decir que todo fuesen carreteras) y los medios de transporte hacían que pudiésemos hablar de “jornada” de viaje. Julián ha utilizado mula, yegua, bicicleta  y moto para ir  a ver a Carmen a Jorcas, el coche ya llegó una vez casados con sus hijos pequeños, de todos modos, siempre han pensado que quiénes tuvieron realmente mérito fueron Genoveva García y Pablo Burriel, los abuelos de Julián, que allá por 1880 hicieron ese trayecto entre las dos localidades antes de contraer matrimonio.

  • ¿Cómo fue vuestra niñez?, ¿qué recuerdos tenéis de entonces?

De su infancia y sus diversiones de entonces Julián recuerda cómo salía corriendo después de almorzar y se iba a la plaza a jugar a  “pelota a mano” con Fidel Gimeno, César Marzo, Genaro Royo…, también competían con otros pueblos (Rillo, Fuentes Calientes, Portalrubio…). Tenía la pelota, forrada de cuero como eran entonces,  en el “trompo” de la chimenea para cogerla enseguida y salir sin perder tiempo, le gustaba mucho y siguió jugando, prácticamente, hasta que se casó. Su madre murió muy joven, con treinta y siete años, cuando Julián tenía ocho, su hermana y él pasaron gran parte de su infancia con su abuela materna, Genoveva, a la que recuerda como una mujer que hizo frente a situaciones muy adversas con energía e inteligencia. Precisa que la casa donde vive actualmente es la que correspondía a la familia Burriel mientras que la que vive ahora María es la de su abuelo Eleuterio Sancho.

Carmen recuerda su casa con “mucho movimiento”, en ella vivían sus padres, su tío Simeón (venía mucho a visitarla a Pancrudo) y los cinco hermanos con dos años de diferencia entre cada uno de ellos,  siempre se les ocurrían cosas para divertirse y jugar, saltaban a la cuerda, su madre les hacía muñecas con telas a su hermana y a ella, tenían otras que les regalaba su tío de Alcorisa (aunque éstas, las rompían enseguida).., eso sí, su madre “las llevaba a raya”, desde muy pequeñas, con su hermana Rafaela (siempre estaban juntas) ayudaban en las tareas de la casa y también a ordeñar las vacas. Se acuerda especialmente de masar el pan porque tenían que madrugar mucho, dependiendo de la hora que les tocaba en el horno, “hasta se quedaban dormidas cuando masaban”, su madre siempre les decía “masar siempre un poco más”, eso sí el pan era buenísimo… y también de lavar la ropa (iban al río de Jorcas), ir a por agua a la fuente…

  • ¿Hasta cuándo y dónde fuistéis a la escuela?

Julián nos cuenta que iban a la Escuela que entonces estaba en el Ayuntamiento, las chicas por un lado y los chicos por otro, en invierno llevaban leña para encender la estufa. Se acuerda especialmente de un maestro, D. Feliciano, que tenía una pierna “de palo” por un accidente, con él vivían sus dos hijas y su mujer Dña. Aurelia, lo recuerda con mal humor pero como un buen maestro,  otro de los maestros de entonces era D. José Mesa Ortega, nos comenta que en aquella época la figura del maestro era muy respetada, todos entendían que era el “encargado de enseñar a las generaciones venideras”. Había muchos chicos en el pueblo y en clase, más de veinte alumnos. Se sentaban en pupitres para dos, él tuvo como compañeros a Fidel Gimeno, César Marzo (curiosamente la hija de César, Dora, les da clases ahora a Carmen y Julián en el programa de Educación para adultos) e Ignacio Marzo; en Pancrudo estudiaban desde los 6/7 años hasta los 12/14. Julián cuenta con una sonrisa que casi todos los días, al salir de la escuela iba a ver a la familia de Benjamín Collados, la madre de éste, Visita, era su también su “madre de leche” y cada vez que “pasaba cartilla” iba a merendar a su casa y le hacía un huevo frito.

Cuando terminó los estudios en Pancrudo estuvo interno dos años en el Colegio de los Franciscanos de Teruel, tuvo como compañero a su primo Ángel de Cosa, allí estudió cultura general y un año de Bachiller. Nos cuenta cómo era su vida en el internado, después del desayuno iban a misa y a clase, mañanas y tardes, tenían profesores distintos para cada cosa (no era como en la escuela del pueblo), también había un frontón en el que jugar y un cine, aunque estaba estropeado. Le gustaba estudiar pero también el campo, su padre quería que estudiase pero también lo necesitaba “en casa”, así que, al final, venció el trabajo del campo. En esos años convivió con otros chicos de diferentes pueblos y también de Teruel que estudiaban externos. Volvía a casa solo en Navidad, Semana Santa y verano y tenía un régimen bastante severo que incluía madrugar mucho, sacar agua del pozo del convento para lavarse por las mañanas (rompiendo el hielo en invierno), revisión de cómo se habían lavado (con la riña consiguiente, si no estaban en perfecto estado), dormir en habitaciones compartidas con dieciocho chicos más y guardar rigurosa “fila” para comer; en palabras de Julián “eran muy rectos y se estaba muy sujeto” no obstante, recuerda con cariño su paso por el Colegio, los amigos que hizo y lo mucho que aprendió, sobre todo de su asignatura favorita: matemáticas.

Julián Sancho en el colegio (fila superior, cuarto)

Julián en el colegio (fila superior, cuarto)

Las vivencias de Carmen en la escuela empiezan por recordar, como Julián, que encendían la estufa en invierno (según el turno que correspondía), la enseñanza de la maestra incorporaba la “ayuda” de sus alumnas en la costura de los calcetines de sus numerosos hijos, así que “había cosas que no las estudiaban”… habla con nostalgia de su mejor amiga de entonces, Lolita,  hija del maestro de la escuela de chicos, D. José, que junto con su hermano, amigo de los suyos, pasaba mucho tiempo en su casa con toda la familia.

A los trece años fue a Alcorisa con su tío Antonio (primo hermano de su madre) a estudiar a un colegio de monjas dos cursos, allí, además de cultura general, aprendió costura y a bordar, convivió con otras personas en un lugar muy distinto a su pueblo natal. Tiene muy buenos recuerdos de aquella época y de Alcorisa que, al cabo de los años, fue también el pueblo en que vivió su hermano pequeño, Antonio, y su familia (su cuñada Mª Jesús y sus dos hijos) y donde siempre se ha sentido muy bien.

  • ¿Cuál fue vuestra diversión de jóvenes?

Carmen nos dice que la diversión la  tenían en casa, los domingos por la tardes hacían baile en el patio, sus hermanos Bautista y Paco, junto con su amigo José Mª,  tocaban la guitarra, su madre tenía la idea de que “así estaban todos recogidos”, a ese baile después se incorporó Julián.

Retrato de juventud de Carmen Perez

Retrato de juventud de Carmen Perez

Julián dice que, además de su afición a la “pelota a mano”, iba a tomar unos vinos con los amigos, charrar, algún guiñote, algunos domingos por la tarde iban al baile, recuerda que había en la casa de los Elipes (ahora de Isabel Lahoz y Antonio Marzo), tocaba la guitarra el tío Eugenio, el albañil, el tío Isidro, Miguel y José Lor y el tío Valero, la laúd. Comenta que había bastante gente que rasgueaba algún instrumento. Su padre le compró una laúd y también se aficionó, siempre le ha gustado mucho la música.  Menciona que en las fiestas de  la Magdalena solían venir “los Gaiteros de Valdeconejos” y para “los Santos”, en enero San Fabián y San Sebastián, alguna orquesta de Teruel, como dice “en este pueblo siempre han sido bastante movidos con las fiestas”.

Julián iba a todas las fiestas de Jorcas desde bastante joven, así que ahí sus recuerdos de diversión son comunes con Carmen: los amigos, el baile…

  • La Guerra Civil os cogería muy de niños, ¿no?, ¿tenéis algún recuerdo?

Julián nació en el año 1933 así que tenía tres años cuando empezó la Guerra Civil y seis cuando terminó, aún así se acuerda “en tinieblas” que los subieron a un carro para ir hasta Fuentes Calientes  donde estuvieron en casa de su tía Damiana, tiene presente, a pesar de su corta edad, que un día los chicos le dijeron “que viene tu padre” y, efectivamente, su padre estaba en Fuentes Calientes y le abrazó, entonces supo que podía volver a Pancrudo, que la guerra había terminado. Recuerda también que estaban amontonados en un carro y que le dolían los pies porque había alguien sentado encima.

Carmen nació en el año 1937 por lo que no recuerda nada de ese momento, sí la época de “maquis” en el Maestrazgo en que “a partir de cierta hora se encerraban en casa”.

  • Julián, tú eres de los que hacías una de esas “milis” muy largas, ¿no?

“Pertenezco al reemplazo de 1954, así que con veintiún años estuve dieciocho meses en Villa Nador, al lado de Melilla, porque en ese momento Marruecos era protectorado español. El viaje fue desde Teruel a Valencia en tren y, de allí, en barco, hasta Melilla, el regimiento al que fui era “Infantería Melilla Regulares número 2”, llevaba un  traje militar que incluía gorro y faja roja y, en las fotos de gala, un sable”. Recuerda que, a pesar de la distancia, la  mili “fue bastante buena”, era el asistente de un capitán veterinario y su familia, incluso cobraba 1,15 pesetas al mes (los soldados de entonces, 2 reales) “que me iban muy bien para ir al cine casi todas las tardes, ahí me aficioné a las películas “del Oeste” que me han gustado mucho desde entonces, creo que las he visto casi todas, algunas varias veces…, a eso y a las novelas “de vaqueros”, me gustaban las de Marcial Lafuente Estefanía que eran bastante movidillas y siempre estaban de follones, nos las cambiábamos entre todos los compañeros y también las de “El Coyote. Fue toda una experiencia ir de Pancrudo hasta Melilla.”

Su padre había muerto un año antes y cuando terminó el servicio militar volvió a Pancrudo, su abuelo Eleuterio “le ayudó  y le dio muchos consejos con las faenas de casa”.

Retrato de juventud de Julián Sancho

Retrato de juventud de Julián Sancho

  •  Julián, tu padre fue alcalde, tú fuiste alcalde y tu hijo es alcalde, ¿esto es un cargo familiar?, jaja..

“Coincidencias de la vida y también las probabilidades que son mayores en un pueblo pequeño… , lo que si puedo decirte es que siempre me he sentido muy de mi pueblo y he intentado colaborar en lo que he podido, creo que hay que participar en las cosas de la comunidad y eso incluye también trabajar en lo que haga falta y ser alcalde es una buena manera de hacerlo. También he procurado que mis hijos aprendieran eso”.

  • ¿Recuerdas qué cosas se hicieron en Pancrudo cuando eras alcalde?

“Fui alcalde desde 1962 (coincidió también con el año en que me casé, en ese momento tenía veintiocho años) hasta 1978, una época de muchos cambios en la forma de vivir. A cada alcalde le “ha tocado” hacer algo nuevo, y bueno, que recuerdas especialmente, a mí me correspondió la “traída de aguas”, fue el primer pueblo entre Montalbán y Teruel con agua corriente, también el teléfono público, dos cosas que, en aquel momento cambiaron mucho la vida de todos, era el camino a la modernidad…, la reagrupación de los pueblos de Portalrubio, Cervera del Rincón y Cuevas de Portalrubio, hicimos muchos viajes a Teruel con el secretario de entonces, Domingo Garzón, para tramitar todo.  En comparación con lo que veo ahora con mi hijo, teníamos muchos menos recursos, muchas cosas se hacían a base de “concejadas” y colaboración de los vecinos y tengo que decir que eso lo echo de menos.

Después de dejar de ser alcalde continué siendo concejal y estuve en la presidencia de la Cooperativa de Gasóleo desde su formación hasta que cumplí 83 años, como ya he dicho, creo que uno u otro tiene que hacer las cosas y tirar hacia delante”.

  • ¿Cuántos años lleváis ya casados?, Carmen, ¿cómo recuerdas tu llegada a Pancrudo?

“Nos casamos en Teruel en la Iglesia del Salvador el 4 de enero de 1962, así que este año hemos cumplido sesenta años de casados. En la misma ceremonia nos casamos nosotros y el hermano de Carmen, Paco y su mujer Hortensia (padres de José Antonio que estuvo varios años llevando el bar de Pancrudo), en aquella época, a diferencia de la actual, el invierno era un buen momento para casarse, se aprovechaba que había menos trabajo en el campo.

Boda en la iglesia del Salvador en 1962

Boda en la iglesia del Salvador en 1962

Nos fuimos de viaje de novios a Zaragoza y Barcelona y volvimos  justo para las fiestas de San Fabián y San Sebastián en enero que, entonces, eran las auténticas fiestas mayores”. Carmen recuerda que cuando llegó a Pancrudo la recibió una nevada enorme, además Julián tuvo la “gran idea” de que entrase por la puerta de detrás (por las cuadras), en lugar de por la puerta principal y ella llevaba puestos zapatos de tacón…, vamos que la llegada (y primera visita) a su nuevo pueblo fue triunfal, además, acto seguido, eran uno de los matrimonios encargados de organizar las fiestas.

Fotografía de la pareja en Pancrudo

Fotografía de la pareja en Pancrudo

Ese mismo año coincidió que también vino al pueblo otra recién casada con otro pancrudino, Miguel Garzón, Mª Cruz Ortín de Visiedo, con la que Carmen compartió  la vivencia de “ser nuevas” en el pueblo, el Sr. Herminio las llamaba “las internacionales”, fueron grandes amigas hasta que ésta falleció.

  • Habéis tenido dos hijos, ¿no?

Tenemos dos hijos que han continuado con nuestros nombres, como dice Carmen “no hemos discurrido nada”: se llaman también Julián y Carmen, los dos nacieron en Teruel y, como dice su madre, “me costaron mucho” porque sus partos fueron complicados. Los dos fueron al colegio en Pancrudo hasta los diez años y luego estuvieron internos en Teruel, después estudiaron sus carreras en Zaragoza y Valencia, “hemos hecho y dado lo que se ha podido y ellos han respondido. Desde pequeños tuvimos muy claro que queríamos que se formasen los dos, sin hacer distinción, porque pensamos que la mejor inversión era la educación de los hijos”. Viven en Calamocha y en Teruel con sus parejas Esther Layunta y Andrés Lorente, aunque vienen mucho a Pancrudo (Julián casi todos los días) porque como ellos dicen es “su” pueblo y les gusta mucho.

Carmen y Julián hijos

Carmen y Julián hijos

  • Carmen, tú eres la “guardiana” del pueblo ¿no?, ¿de cuántas personas guardas las llaves?

“No sé si la “guardiana” del pueblo, pero puedo decir que estoy muy agradecida de que muchos vecinos hayan confiado durante muchos años en mi para tener la tranquilidad de que si “algo pasaba” en sus casas, tenían una vecina a quien recurrir en Pancrudo cuando no estaban.”

  • ¿Qué os parece la Asociación El Calabozo?

“Lo hacen muy bien y le ponen mucha voluntad, que es muy importante. Ayudan a dar más vida al pueblo con sus actividades. Nos gusta, sobre todo, la Semana Cultural, en el mes de agosto, y la Revista, que leemos todos los años con mucha ilusión.”

  • Habéis tenido una participación muy activa todos estos años, ¿no?.

“Como ya decíamos antes, siempre nos ha gustado participar y colaborar en todo lo que hemos podido en Pancrudo, todos juntos “hacemos pueblo” para que no sea sólo un “sitio” y nos ha gustado que contasen con nosotros para hacer cosas, ahora con nuestra edad, ya podemos hacer pocas cosas pero, en las que podemos, seguimos participando y, por supuesto, nos gusta mucho que nuestros hijos sigan haciéndolo.”

Foto de familia

Foto de familia

  • Algo más que queráis contar…

“Contar no mucho más, aunque seguro que con mejor memoria, algo más os diríamos. Solo dar las gracias por acordaros de nosotros y hacernos un hueco en esta Revista que tanto nos hace disfrutar y que leen los pancrudinos y mucha otra gente.  Esperamos que os guste la lectura de lo que os contamos, a todos les mandamos un abrazo y un ¡viva Pancrudo!: larga vida por muchas generaciones.”