El Rincón del Abuelo: Erlinda

El Rincón del Abuelo: Erlinda

Por Flor Lahoz Castelló

Este año acercamos a nuestra revista a Erlinda, como la llamamos todos en el pueblo, nunca ha sido la tía Erlinda. Siempre ha sido muy cercana, tanto a grandes como pequeños y todos hemos tenido mucha confianza con ella.

Si hubiéramos escrito todos los dichos y chascarrillos que nos contaba no hace mucho, habría para toda una revista, sin embargo, ahora, su memoria va fallando y vamos a tener que echar mano a los recuerdos.

Erlinda Royo Andrés es la tercera de los 8 hermanos que vivieron, ya que su madre tuvo, por lo menos otros tres que murieron de pequeños. Era hija de Natividad Andrés Cavero, de Pancrudo y Venancio Royo Martín, de Peralejos. Su nombre completo es Juana María Erlinda, de apodo “La zapatera” y nació el 24 de diciembre de 1925 en Ojos Negros (Teruel). Según cuenta ella, nació allí de casualidad, pues todos sus hermanos son nacidos en Pancrudo, pero su padre estuvo una temporada trabajando en las minas de Ojos Negros y su madre fue a verlo y se puso de parto, a los pocos días ya estaba en Pancrudo. En el pueblo aún viven sus hermanos Genaro y Rosa y, últimamente, Faustino, que se ha arreglado una casica.

Erlinda ¿te acuerdas de cuando eras niña en Pancrudo?

Ya me acuerdo poco, pero como todos los chicos en aquellos tiempos, no teníamos tantas cosas como ahora, a mi me tocaba cuidar a mis hermanos mas pequeños y también iba a espigar y a buscar hierbas para los conejos y ayudar a mi madre en lo que podía, que bastante tenía ella. A la escuela no me acuerdo lo que fui, pero no mucho. Cuando empezaba a tener uso de razón vino la Guerra y nos toco ir de un sitio a otro pasando calamidades y de todo y no había tiempo para escuelas, así que eso es lo que me acuerdo. Lo que si sabía eran poesías y adivinanzas que me contaba mi abuela. Se llamaba Rosa Cavero Colás, que era maestra, y ejerció mucho tiempo en Perales. Pero aprender a escribir y leer bien fue en 1964, que ya tenía casi 40 años. Me saqué el Certificado de Estudios Primarios, en las clases para adultos, cuando vinieron a Pancrudo las de La Sección Femenina, con la Cátedra Ambulante aquella que iba por los pueblos, había una clase para hombres y otra para mujeres y fuimos unos cuantos, luego hacíamos un examen y si aprobabas te daban el Certificado. No creas, no todo el mundo aprobó.

¿Dónde estuviste cuando la Guerra?

Al principio aquí en Pancrudo y cuando tuvimos que salir, recorrimos varios pueblos, entre Teruel y Valencia, hasta que recalamos en Orrios, que vivía mi tío Pablito, y yo me quedé allí, hasta que terminó, trabajando en su casa. Me lo pasé bien. Iba en la cuadrilla de tu madre, Tomasa, y con tus tíos los albañiles menudos bailes echábamos, era cuando empezábamos a mocear, muy jovencitas.

Pero, luego, tengo entendido que estuviste en Utrillas, ya que tus padres vivían allí ¿no?

Sí, cuando mis padres volvieron a Pancrudo estaba todo destrozado, no había puertas ni ventanas en las casas y ellos habían perdido todo. Como tenían muchas bocas que alimentar, se fueron a Utrillas, mi padre trabajaba en la mina y mi madre tenía una especie de pensión y daba de comer y lavaba la ropa a muchos que trabajaban en la mina. Vivíamos en Las Barriadas del Sur y allí conocí al que sería mi marido, aunque fue algo después. Mi hermana Aurelia estaba trabajando en Zaragoza y me buscó faena, así que vine una temporada, luego volví a Utrillas y al poco tiempo mis padres ya marcharon, con toda la familia, otra vez a Pancrudo, compraron unas vacas y ya mis hermanos empezaron a trabajar en las minas de Rillo y en las tierras. Yo iba a lavar a las casas que me llamaban, a recoger patatas, yeros, lavar lana…los pocos jornales que se podía entonces.

Todo no sería trabajar, que yo se que estabais una buena cuadrilla y organizabais más de una juerga…

Pues si que estábamos una buena cuadrilla. Yo era muy amiga de Miguela, la colladas, de Aurea, hija de un maestro que había en Pancrudo entonces, de Herminia, María y Manuela Tena, las hermanas de tu marido…y de los chicos estaba Alfredo, Collaos, Ángel el de Florinda y algunos más y, claro como jóvenes que éramos, pues claro que lo pasábamos bien. Me acuerdo una vez que hicieron baile en el patio de los Tenas, que vivían en la plaza, en casa Elipe, la que es ahora de Antonio e Isabel. Allí, como eran tantos enseguida se preparaba fiesta. Bueno el caso es que yo fui, pero con mi hermana Luisa, que era muy pequeñica y como se durmió, la zagala, la pusimos en un capazo, de aquellos grandes que se usaban para el trigo, y la colgamos en la percha, que había detrás de la puerta, para que nadie la pisara; el caso es que al rato empezó a llorar y la tía Visita, tu suegra, venga a buscarla, hasta que la encontró, la cogió y nos echó una regañina.

¿Cuándo se hizo novia del tío Ángel y cómo festejaban?

A Ángel lo conocí en Utrillas, que trabajaba con mi padre en la mina. Se llamaba Ángel Pérez Fernández y era de Serón (Almería). Se quedó sin padres muy pequeño y de muy jovencico marchó a trabajar a Zaragoza. Estuvo en la estación del Norte un tiempo y de allí fue a las minas de Utrillas. Al poco de hacernos novios es cuando mis padres y yo nos fuimos a Pancrudo, así que Ángel venía a verme, andando desde Utrillas y, a veces, con nieve que le llegaba a las rodillas, pero así era como se festejaba antiguamente, no había coches ni motos como ahora, pero igual nos apetecía vernos. Cuando llegaba, mi padre lo mandaba a hacer leña para que se calentaran mis hermanos (al no tener él padres, siempre tuvo mucho cariño con mi familia).

¿Cuándo y dónde te casaste? 

Me casé en Pancrudo, en noviembre de 1948, cuando vino Ángel de la mili, que la pasó en Melilla, que tuvo que estar casi tres años.

Me casé con un vestido prestao y de viaje de novios… a ningún sitio, a dormir en una marcega de paja a la era del tío Puerto. Luego, cuando empezó a trabajar en las minas de Rillo ya fue otra cosa. Una vez se asentó bien en la mina (siempre fue muy trabajador) ya no me faltó de nada, trigo no tendríamos mucho, pero el dinero no nos faltaba y en el economato de la mina podíamos comprar cosas que en el pueblo no había. Yo criaba algunos animales en casa y ya no iba a trabajar a casa de otros, con mi casa tenía bastante, que entonces no era como ahora, teníamos que ir a por agua, a lavar al lavador, pues no había lavadora, a masar al horno, a la cerradilla, a buscar berzas…ya hacíamos ejercicio, ya.

¿Cuántos hijos tuviste? 

He tenido cuatro hijos, José, Jesús, Nati y Mª Jesús. Mi Jesús murió cuando tenía siete añicos, se puso muy malico con una pasia del tifus, que hubo entonces en el pueblo, y tuvimos que llevarlo a Teruel, mira otros que estuvieron malos aquí, se salvaron y a él lo llevamos a Teruel y murió, el día de los inocentes, y yo allí solica, que mi marido no podía venir por una nevada que cayó a saber lo grande y a los cuatro días murió mi madre, así que mira que año.

El mayor, José, se marchó a trabajar con mis hermanos a Barcelona, luego fue a hacer la mili a Zaragoza y se quedó a trabajar, entonces Nati también marchó a trabajar a Zaragoza, así que compramos un piso, al lado de la tía Ventura y la tía Consuelo (que siempre hemos sido muy amigas). Con trece años se fue Mª Jesús, con su hermana a Zaragoza y José se fue otra vez a Barcelona y allí se quedó. Nosotros, en cuanto se jubiló Ángel, íbamos a pasar los inviernos a Zaragoza, por estar con las chicas, pero en cuanto venía la primavera, otra vez a Pancrudo. Mi marido murió el 2 de enero de 1991 a las 65 años, cuando mejor estábamos y estuvimos mucho tiempo que lo pasamos muy mal, pues era muy buena persona, ahora nos acordamos mucho pero hay que seguir adelante.

Yo me quedaba en Pancrudo todo el tiempo que podía, al quedarme viuda, pero hace cuatro años que ya me fui a vivir con mis hijas y vuelvo al pueblo cuando me traen (bastante a menudo, por cierto, ya que a mis hijas y nietas les gusta mucho venir).

Tengo cuatro nietos como cuatro soles, Raúl y Ainhoa de Nati, y Cristina y Arancha de Mª Jesús, que vienen a los veranos y cuando estoy en el pueblo.

Erlinda, antes has nombrado a la tía Ventura y a la tía Consuelo, yo me acuerdo cuando nos hacíais miedo, para Todos Santos con la Requilonia, eras muy tremenda.

¡Ay, sí! Un año vestimos una escoba con una especie de capa negra y le pusimos una calabaza, vacía por dentro, con una vela, la pusimos en la puerta del estanco, que era donde vivía Doña Rosita, la maestra, que era muy miedosa, llamamos y nos escondimos corriendo, salió la maestra y se encontró con la Requilonia y daba unos chillidos y nosotros una risa… luego cuando os veíamos a los chicos por la calle y se empezaba a hacer tarde os decíamos ¡Ala, a casa que si no viene la Requilonia y se os lleva! Y los más miedosos corrían a casa como demonios. Eso de la Requilonia se lo inventó la tía Ventura, que también era tremenda. A tu madre, que tenía mucho miedo, también fuimos a asustarla una vez.

¿Te acuerdas cuando íbamos a estrarnochar? En invierno, como no había televisión como ahora, íbamos a las casas a coser, hacer media o a veces a charrar y a jugar a las cartas, unas veces a una casa y otras a otra. Normalmente a las de los que eran vecinos, como tu madre vivía allá arriba, pero éramos muy amigas, algunas veces nos acercábamos, pues tu madre, con tanto muchacho, pocas veces salía. Una noche dijo la tía Ventura ¡Vamos a darle un susto a Tomasa! Llegamos y tocábamos en la ventana unos golpecitos y cuando se acercaba nos agachábamos, así hasta que vimos que se mosqueaba y entramos y una risa todas que para que.

Luego terminamos cociendo una olla de peras, de esas que os mandaban de Orrios y que cocidas estaban muy buenas y nos las comíamos contando chistes y charrando hasta las tantas que nos íbamos a casa. Esa era la diversión que teníamos en Pancrudo, los hombres aún iban al bar del tío Valero o la tía María pero las mujeres no se iba entonces. Cuando vino la primera televisión a casa del tío Valero ya empezamos a ir las mujeres alguna vez.

Pero os hacíais meriendas y paelladas en el Pozo Prao o en el Tobar.

Eso sí, mira. Con la tía Consuelo y Calixto, Herminia y Florencio Corella, Bienvenido Valero y Dolores Santafé, Isaac y Rafaelita Benedicto, ellos eran cazadores, Ángel, no, pero como era muy amigo de Calixto, decía que le llevaba el morral, y con excusas de la caza, siempre estaban dispuestos para una comida, si no cazaban, lo llevábamos de casa, el caso era pasar el día juntos y pasarlo bien. Las mujeres guisábamos y, aunque no había piscina como ahora, tomábamos el sol. Sabes que la tía Consuelo guisaba muy bien y las demás también, no vayas a creer.

Sí, de algunas lo se muy bien. Aun me acuerdo cuando la tía Consuelo y tú hacíais las cenas de las fiestas antes de que trajeran todo hecho como ahora y cenábamos todos juntos en el Porchegao.

Si, entonces ayudábamos todas en lo que podíamos, las jóvenes pelaban patatas y cebollas, otras limpiaban, otras servían… ahora como lo dan todo hecho no hace falta más que ir y esperar a que te lo den.

A mi me dieron un diploma de cocinera un año y todo, que aun lo guardo.

También te gusta participar en La Semana Cultural que organiza la Asociación Cultural “El Calabozo” todos los años, sobre todo en el Día Gastronómico, ¿no es así?

Pues sí, si puedo participo casi siempre. Como mi yerno Isidro es cazador, llevo unos años que hago un estofado de jabalí o de ciervo, aunque también he hecho tortilla de patatas, que me salen muy buenas, o torrijas y en lo que pueda seguiré ayudando, que todo que hace la Asociación anima mucho el pueblo.

Pues Erlinda, muchas gracias por esta charradita que hemos echado y espero que esto sirva para que, los que no te conocían, te conozcan un poquito más. Y ahora si me lo permites voy a copiar unas joticas que nos dijiste en 1997, cuando publicamos la revista nº 1. Era Alcalde Ernesto Marzo y le hiciste una que decía así:

Señor alcalde Mayor
No persiga a los ladrones
Porque tiene usted dos hijas
Que roban los corazones.

En el cielo manda Dios
Y en la tierra el obrero
Y en el pueblo de Pancrudo
El Ayuntamiento entero.
(en esta jota, Erlinda, a veces, cambia la última
línea y dice: mandan los zapateros)

Arre burro no te pares
No te comas el centeno
Que las chicas de este pueblo
Tienen el culo moreno.

Echaré la despedida
La del pimiento picante
Que se lo meta por el culo
El que me ha mandao que cante.