Señales de identidad

Señales de identidad

Por Aurora Pérez Escriche, José Miguel Gimeno Gracia, Carmen Gimeno Roche

En los últimos años podemos observar la reforma de numerosas viviendas que están llevando a cabo en nuestro pueblo. Tanto vecinos, como “veraneantes” hemos reformado la mayor parte de las casas para adecuarlas a las necesidades actuales, rehabilitando fachadas y dando a Pancrudo una apariencia más cuidada, pero manteniendo el aspecto tradicional de pueblo.

Dentro de este ambiente de renovación hemos querido destacar rincones tradicionales de Pancrudo que, con el tiempo, han perdido su significado, pero nos remiten a acontecimientos del pasado que no nos gustaría olvidar. Desde siempre hemos visto, en las calles y casas, azulejos en los que no habíamos reparado, pero que en su tiempo tuvieron utilidad práctica.

El primero de ellos lo encontramos viniendo del río, en el nº 26 de la Calle de la Iglesia (casa de Teresa Fol). En él pone «Provincia de Teruel, Partido de Segura, Pueblo de Pancrudo«.

Ahora resulta extraño encontrarlo ahí, pero antiguamente cuando no existía la carretera, la entrada al pueblo era desde el Puente Belén por el camino que va desde el puente al pueblo (también llamado “la calleja”), entrando por la casa de Juan Martín, y saliendo por el camino de la Virgen de la Palma. Allí encontramos otro azulejo similar, en casa de Claudio y Bienvenida, que hacía el papel de los indicadores que actualmente encontramos en la carretera.

Muy pocos saben que la plaza, donde antes estaba la herrería de Eugenio, es la Plaza de Santa Lucía. En ella se celebraba la fiesta de la Santa el día 13 de diciembre, encendiendo una hoguera junto al pilón con su imagen. Desgraciadamente no queda ni rastro del pilón, ni allí se enciende la hoguera, pero los vecinos de la plaza han recordado esta tradición con una placa de cerámica que encontraremos en la puerta de Antonio Latorre.

En el callejón de Blasco hay un antiguo azulejo que llama poderosamente la atención, en el que podemos leer: “Aquí murió Joaquín Blasco de mano airada, el día 22 de junio del año 1.888 a los 25 años de edad. RIP.

Descubrir el hecho a que hace referencia es lo que más problemas nos ha planteado. Hemos preguntado a las personas más mayores del pueblo y a aquellos que recuerdan historias que les contaban sus padres, pero no hemos conseguido aclararlo, porque para muchos este recuerdo está entremezclado con otro famoso apuñalamiento que ocurrió en Pancrudo, en el que tuvo parte el “tío Farfalla” (bisabuelo de Domingo, Blas y Consuelo Gracia).

Hay otros azulejos repartidos por el pueblo que indican el nombre de las Calles, de ellos queremos destacar tanto su sencillez como su antigüedad. Nos gustaría contar con la colaboración de los vecinos para que estos azulejos sigan a la vista a pesar de las reformas, como ha ocurrido en la casa de la familia Clos Gimeno (Calle del Castillo).

También nos hemos interesado por unos adornos, parecidos a medallones, que se repiten en varias casas sin reformar: en la del Cura, en la de Vicente Valero o en la casa de María Marzo (Calle de la Iglesia esquina a la Calle del Horno). No es ninguna decoración autóctona de Pancrudo, parece ser que se debían al capricho de los albañiles que las construyeron.

Pero lo que sí nos contaron es que durante los años 40-50, se ordenó blanquear las casas. Esto se hacía con una mezcla de cal y azulete, y a ello se debe el característico color azulado de muchas casas. Al ser obligatorio pintarlas, si no lo hacían los propios vecinos, se encargaban de hacerlo, previo pago, una cuadrilla de pintores aficionados, en las que trabajaban algunos chicos del pueblo, como Fabián y Esteban Garzón.

En estos detalles hemos intentado profundizar, pues aunque actualmente no tengan valor práctico, sí lo tienen sentimental y nos gustaría que siguiesen adornando los rincones tan peculiares de nuestro pueblo.