
01 Jul 2001
3º Año de Senderismo
Por Pascual Tolosa Sancho
Por tercer año consecutivo, el día 10 de agosto de 2.000, jueves, con la participación de treinta personas se ha celebrado la actividad de senderismo. En esta ocasión el itinerario elegido ha sido lo que podemos denominar “el barranco de La Loba”, ya que un tramo significativo del mismo ha transcurrido por él.
A las ocho y cuarto de una agradable mañana de agosto partimos, desde la plaza del Ayuntamiento, dispuestos a andar y disfrutar del campo durante un rato. Tomamos el camino de Corbatón, el de siempre, el que se toma a mano izquierda una vez que llegamos a La Cruceta. Un poco más adelante nos encontramos en el paraje de Peñas Mañas, lugar donde siempre ha habido comederos para buitres, aunque en esta ocasión no los pudiésemos ver. Desde este lugar, se tiene un punto de vista excepcional de esa parte del río Pancrudo que discurre por El Molino, La Cueva y El Tobar; toda una delicia para deleitar la vista, tan acostumbrada en la actualidad a contemplar coches, asfaltos, monitores de ordenador, y un largo etc.
Comenzamos a descender desde Peñas Mañas hasta La Cueva por el camino existente pero, en su tramo medio, la pendiente es notable y el suelo está cubierto de fina gravilla que hace, en ocasiones, un poco peligrosa la bajada. Algún traspié hubo y alguna caída aunque sin importancia. Rápidamente llegamos al río Pancrudo, todavía llevaba algo de agua. Tras un breve momento de contemplación seguimos la marcha por el camino de Corbatón hasta que, un poco más adelante, nos encontramos con el barranco de La Loba. A partir de este momento dejamos el camino y nos adentramos pausadamente por el fondo del barranco, aguas arriba, dispuestos a «descubrirlo».
Lo primero que nos sorprendió fue la presencia de unos chopos cabeceros que tenían algunas de sus raíces completamente al descubierto. El agua de las tormentas torrenciales, a su implacable paso, ha ido horadando y erosionando el terreno hasta dejarlas a la intemperie. También empezamos a encontrar, entre las gravas del fondo del barranco, restos fósiles. La cosa se iba animando ya que algunos de ellos eran bonitos. Se comentó que más arriba encontraríamos más ejemplares y mejor conservados todavía pero, los más jóvenes, no quitaban ojo del suelo.
Un poco adelante nos encontramos con unas pequeñas gradas entalladas en roca caliza que hubo que salvar para continuar la marcha. Todo se solucionó sin mayor problema.
Superado este obstáculo, el barranco, se hace más ancho; lugar donde se acumula, además de grava, algo de tierra y crecen algunos juncos que denotan tierra fresca y húmeda.
Casi sin darnos cuenta al tomar un recodo del barranco en su farallón izquierdo emergió, casi por sorpresa, una cueva, la tan nombrada cueva del barranco de La Loba. Aquella que según dicen… Nos tomamos nuestro tiempo para que todos los que quisieran se acercasen a ella y la disfrutaran.
De aquí en adelante el fondo del barranco se vuelve a estrechar y se cubre nuevamente de grava. Llegamos unos metros más, aguas arriba, hasta la confluencia con un nuevo barranco que viene desde los corrales del Montecillo. En este punto nos detuvimos a contemplar la presencia de las plantas. Entre ellas destacaba por su olor el espliego, con sus flores entre moradas y azules, y sus hojas entre verdes y blancas. También había tomillo y ajadrea, zarzas de «escalambrujos», aliagas y bosquetes aislados de carrascas.
Doscientos metros más adelante en el talud izquierdo del barranco, en un afloramiento rocoso compuesto por alternancias de rocas calizas y rocas margosas (mezcla de arcilla y caliza), se disponían en abundancia numerosos ejemplares fósiles de terebrátulas y rinchonellas (palomicas), mientras que en las gravas del barranco además se podían encontrar fragmentos de nummulites (balines), ammonites, etc. Se disfrutó durante unos minutos de este espectáculo natural.
Continuamos la marcha oyendo las primeras voces de ¿cuándo almorzamos?. Tomamos la decisión de almorzar en la fuente de Mingonovia, si bien, aún faltaba un buen trecho. Esta parte final de barranco se estrecha todavía más y se hace menos practicable para andar pero, a la vez, también le da ese toque de estar en un lugar muy distinto a la civilización (cada uno lo viviría a su manera, claro). Por fin. Llegamos al cruce del barranco con el camino que lleva a La Caña Carrascal. Aquí acababa el mal piso y ya podíamos andar por un camino. En breves momentos, tras coronar un alto en Las Lomas, nos acercamos hasta la fuente de Mingonovia. El hilillo de agua que desprendía el manantial era casi invisible pero existía. El abrevador contiguo estaba a mitad de agua y atestado de avispas. No las molestamos ni nos molestaron. Aquí tomamos el almuerzo. Eran las once y cinco de la mañana.
Una vez descansados y almorzados nos dirigimos hacia El Prado por el camino existente y, así como a un kilómetro, encontramos la balsa de la Costera Vicente que se aloja en un recodo del camino, allí donde badea un pequeño barranco. La sequía es pertinaz y ésta se encuentra casi seca. Pronto llegamos a El Prado y, una vez en éste, decidimos llegar al pueblo tomando la senda de Las Calderetas. ¿Cuánto hacía que no la subíamos …?. Pudimos observar que la brillantez del suelo calizo que antaño tenía la senda se había perdido, ahora ya no bajan atajos de ovejas que pulen la roca con sus pezuñas, ni personas, ni…. En un abrir y cerrar de ojos nos encontramos de nuevo en la plaza del Ayuntamiento. Daban las doce y media en el reloj. Hasta un próximo año.
A continuación se recoge el itinerario del recorrido andado, el tiempo empleado en hacerlo y un plano donde se indica el camino seguido:
Lugar/Paraje | Hora | Distancia (Km) |
Salida: Plaza del Ayuntamiento | 8:15 | 0.0 |
Peñas Mañas | 8:35 | 1,5 |
Inicio barranco La Loba | 9:00 | 2,6 |
Cueva del bco de La Loba | 9:30 | 3,4 |
Bco Loba cruce con camino Caña Carrascal | 10:45 | 5,5 |
Fuente de Mingonovia – ALMUERZO – | 11:05 – 11:30 | 6,4 |
El Prado | 12:05 | 8,7 |
Llegada: Plaza del Ayuntamiento | 12:30 | 9,1 |