Pancrudo: Evolución Urbana

Pancrudo: Evolución Urbana

Por Isabel Yeste Navarro

Resulta muy complicado escribir acerca de la evolución urbana de Pancrudo, ya que prácticamente no existe bibliografía que, de forma directa o indirecta, trate dicho tema. Por esto, lo que a continuación se apunta representa, en la mayoría de los casos, una serie de hipótesis que no pretenden sino reconstruir, con mejor o peor fortuna, el transcurrir histórico del pueblo. La ausencia de noticias que hagan referencia a Pancrudo en los estudios que tratan de forma general sobre Aragón, se debe principalmente a su situación geográfica, siempre en la frontera entre distintas comarcas o comunidades, invariablemente constituyendo un apéndice inmerso en un territorio que, aunque geográficamente próximo, le resulta distinto desde el punto de vista administrativo y finalmente, porque esta misma división administrativa le ha hecho a lo largo del tiempo pertenecer a distintas entidades supramunicipales.

Pancrudo se haya situado a unos 55 km. de Teruel, al pie de la Sierra de Lidón (en el Sistema Ibérico) y próximo al nacimiento del río Pancrudo del que, según algunas fuentes, parece tomar su nombre o al que, según otras, otorga el mismo.

Los restos más antiguos hallados en las inmediaciones corresponden, según la Carta arqueológica de Aragón, a un enterramiento del Calcolítico/Eneolítico (entre el 3.000 y el 1.700 a. C.) situado en la llamada “Cueva del Prao”. Sabemos también que han aparecido restos dispersos y de difícil datación en otros lugares próximos, no se han excavado sin embargo de forma sistemática, por lo que no aportan información adicional precisa a lo ya apuntado.

No se han conservado, sin embargo, otros indicios de ocupación en épocas posteriores y debemos remontarnos ya a la Edad Media, para poder hablar de los orígenes de esta población.

No conocemos, al menos de momento, documento alguno que nos facilite la fecha de fundación del pueblo, sin embargo, sabemos que un antiguo “castillo” se levantaba en la zona sudoeste del mismo y es así posible que éste constituya precisamente su origen. En torno a los años centrales del siglo XII, la reconquista cristiana avanza sus líneas hacia el sur y entre los reinados de Ramón Berenguer IV (1137/57-1162) y Alfonso II (1162-1196) los musulmanes se retiran de las tierras turolenses. La frontera territorial recién conquistada se debía consolidar y para ello se construyeron una serie de “castillos”.

 

Vista general del monte donde se localiza El Castillo de Pancrudo

Vista general del monte donde se localiza El Castillo de Pancrudo

Estas fortalezas bien poco tenían que ver con el concepto palacial que hoy tenemos de los castillos medievales. No eran lugares de residencia, sino torres defensivas levantadas estratégicamente a lo largo de una línea fronteriza; torres construidas de forma rudimentaria aprovechando los materiales existentes en la zona y sus desniveles topográficos.

Es al amparo de estos primitivos castillos, en donde surgen algunos de los primeros asentamientos urbanos de la extremadura aragonesa. La doble misión de crear aquí una zona fronteriza estable frente al Islam -o frente a otros reinos cristianos próximos- y de organizar la explotación económica de las vastas extensiones de la Tierra Nueva -la mayor parte de ésta estaba ocupada por pequeñas aldeas- se encargó a unos pocos concejos. El territorio era muy amplio y era difícil encontrar pobladores que lo ocuparan y organizar una defensa efectiva del mismo, lo ideal era pues lograr repobladores que a su vez pudieran, de forma autónoma, tener una mínima capacidad de defensa. En numerosas ocasiones, la necesidad de atraer población hacia lugares de gran peligro obligaba a la promulgación de un marco jurídico privilegiado, lo cual atrajo en la mayoría de los casos a ladrones, homicidas o siervos huidos, entre otros, los cuales debían cultivar la tierra y defender el territorio a cambio de su “libertad”, esto es, debían empuñar las armas y el arado de forma indistinta. Tras esta primera “ocupación”, una segunda atraía, en ocasiones, población perteneciente a un nivel social ligeramente superior, gentes que, aunque escasos de fortuna, mantenían una lejana relación de parentesco con los nobles del reino. Estos, más “acostumbrados” a las armas que los primeros, pronto obtuvieron por su proximidad a la frontera botines de guerra y con ello un nivel económico que les permitió acceder a un relativo rango social -éste podría ser el origen de algunos de los blasones que ostentan ciertos edificios en el pueblo-. También las órdenes religiosas, en su afán evangelizador, se adentrarían con prontitud en estos terrenos fronterizos, el resultado de ello fue la creación de conventos e iglesias, los cuales habrán de tener una importancia estratégica en el posterior desarrollo urbano de estas aldeas.

A partir de la formación de estos núcleos de población, se creará en Aragón a mediados del siglo XIII el concepto de Comunidad -o Comunidad de Aldeas-, y de acuerdo con el mismo, Pancrudo se incluye -junto a otras aldeas próximas como Cervera, Alpeñés, Corbatón o Portalrrubio- en la Comunidad de Daroca -Sesma de Barrachina-, justo en el límite con la Comunidad de Teruel -Sesmas del Campo de Visiedo y del Río Martín-.

El núcleo original, como ya se ha dicho anteriormente, se debió situar en la parte más alta del pueblo, en los alrededores del castillo, y en su posterior crecimiento fue tendiendo hacia los lugares más llanos. La parcelación existente en torno a la llamada calle del Castillo presenta marcadas irregularidades y una disposición tendente al semicírculo que la entronca con aquellas primeras construcciones -en muchos casos de un inicial carácter provisional- que al amparo de un elemental sistema defensivo pretendían “colonizar” nuevos territorios.

La frontera con el Islam se fue alejando del pueblo y los limites territoriales entre los reinos vecinos se fueron fijando y consolidando. La nueva situación de paz permitió que a lo largo del siglo XIII e inicios del XIV, el pueblo fuera incrementando su población y en consecuencia su superficie edificada. No obstante, no se conservan en el pueblo edificios de esta época y las construcciones más antiguas, que hoy permanecen en pie, se deben datar ya en el siglo XVI.

Ya en esta época, el pueblo ocuparía una superficie próxima a la actual, aunque más reducida, y debía presentar ya los dos espacios en torno a los cuales se distribuye urbanísticamente el pueblo: las plazas del Ayuntamiento y de la Iglesia. Las calles de Pancrudo se distribuyen de forma radial a partir de estas dos plazas, y como dos estrellas unidas a través de la calle de la Iglesia conforman una estructura urbana curiosa e irregular, propia de un asentamiento de origen medieval cuyo crecimiento posterior, realizado sin una planificación previa, se ha ido adaptando al terreno que ocupaba. En este complejo trazado distinguimos igualmente varios callejones, los cuales suelen ser fruto de las a veces “extrañas” relaciones de vecindad entre los propietarios de edificios colindantes. Tradicionalmente se han planteado en Aragón problemas con las medianerías de las casas, y estos se solucionaban en un buen número de ocasiones construyendo dos medianerías distintas, con lo que se formaban estos estrechos callejones.

Plano general del Casco Urbano de Pancrudo

Plano general del Casco Urbano de Pancrudo

La plaza del Ayuntamiento es la de mayor “importancia” dentro del pueblo, al menos en su denominación. Tiene la forma de un triángulo irregular y su origen pudo deberse, sin más, al ensanchamiento producido por el cruce de las distintas vías que concurren en ella. En cualquier caso, representa un buen emplazamiento para la Casa Consistorial del pueblo, ya que de ella se tiene un buena perspectiva a partir de las calles de la Iglesia y del Horno e interesantes vistas laterales desde las de la Carretera, del Sol y Mayor. Esta última calle es la única que presenta un trazado rectilíneo, siendo éste posiblemente el recorrido por el que transcurría el antiguo camino hacia Alpeñés -antes de que se sacara del pueblo construyéndose la actual carretera-. Esta era una de las vías más utilizadas en la Edad Media para comunicar la zona levantina y el valle del Ebro, uniendo Daroca con Teruel a través del Pancrudo, los llanos de Visiedo y el valle del Alfambra.

Calle Mayor

Calle Mayor

El Ayuntamiento de Pancrudo, construido en el siglo XVII, es un edificio compuesto por dos pisos separados en fachada por una fina moldura.

Edificio del Ayuntamiento de Pancrudo

Edificio del Ayuntamiento de Pancrudo

En el piso inferior se sitúa la lonja o “trinquete”, la cual consta de dos enormes arcos de medio punto que, cegados parcialmente en su momento, han sido de nuevo abiertos en la última restauración del edificio. El segundo piso presenta dos balcones colocados en el eje de la clave de los arcos del piso inferior y dos ventanas apaisadas a ambos lados. La cubierta del edificio refleja el carácter exento del mismo y se construyó a cuatro aguas.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es un templo gótico construido en la segunda mitad del siglo XVI en mampostería y cantería. Según fuentes orales es de fundación agustina -lamentablemente desconocemos su nombre y sólo podemos decir que era un sacerdote, el cual conversó con uno de los vecinos en torno a comienzos de los años cincuenta-. Presenta nave única con capillas entre los contrafuertes que se acusan al exterior. Dicha nave presenta cuatro tramos cubiertos por bóveda de crucería estrellada y coro en alto a los pies al que se accede a través de una escalera de tipo imperial. Las capillas laterales se cubren con bóvedas de arista, a excepción de la situada a los pies en el lado del evangelio, que lo hace con bóveda de crucería sencilla. La cabecera es única y de planta semicircular. En el lado de la epístola se abre un pequeño atrio en el que se sitúa la puerta de acceso, construida posteriormente se ajusta ya un sencillo esquema barroco con doble columna toscana sobre pódium. En este mismo lado, a los pies, se levanta la torre, de planta cuadrada y construida en mampuesto consta de dos cuerpos rematados por un pequeño chapitel.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Del interior poco o nada puede decirse, ya que la misma fue desmantelada durante la Guerra Civil española, no obstante, se conserva en el presbiterio una decoración pintada de cortinajes realizada en el siglo XVIII que probablemente enmarcaba un sencillo retablo de traza barroca dedicado a Nuestra Señora de la Asunción.

La plaza de la iglesia se la conoce como la “replaceta” o también el “porchegaó”. Tiene, al igual que la del Ayuntamiento una planta ligeramente irregular, aunque en este caso es cuadrangular y de mayor tamaño que la anterior. Si las noticias referentes acerca de la fundación agustina de la iglesia son ciertas, es posible que esta formara parte de un conjunto religioso de mayores dimensiones (¿convento?) y si es así la plaza de iglesia podría no ser sino el resultado de la transformación en espacio urbano de un espacio sacro: el claustro.

Esta hipótesis, en principio no justificada por documentación alguna, podría tener visos de certeza si tenemos en cuenta aspectos tales como su situación al sur de la iglesia, su forma cuadrangular y sus dimensiones; el topónimo “porchegaó” que bien pudiera hacer referencia a la existencia en el pasado de pórticos en ciertas zonas de la plaza y, finalmente, la aparición de una segunda puerta en la fachada norte de la iglesia que precisamente se abría al antiguo cementerio, siendo habitual que éste se encontrara junto a la puerta por la que penetraban al templo los fieles laicos, quedando reservada para los monjes aquella que daba acceso al claustro. A la plaza se abren también de forma radial varias vías, aunque todas llevan el mismo nombre: calle de la Iglesia. Sus trazados siguen un esquema discontinuo y comunican por un lado esta plaza con la del Ayuntamiento y por el otro con el río.

Junto a la iglesia parroquial podemos destacar dos construcciones que también tienen carácter religioso: las ermitas de Nuestra Señora de la Palma (o Virgen de la Palma) y de La Señora.

La ermita de la Virgen de la Palma se comenzó a construir en el año de 1703, como así lo atestigua una de las inscripciones que aparecen a los pies de la misma.

Interior de la ermita de la Virgen de La Palma

Interior de la ermita de la Virgen de La Palma

Está realizada en mampostería y cantería dentro de un estilo barroco ya tardío. Es de nave única, con tres tramos cubiertos con bóveda de cañón, a excepción del presbiterio que lo hace con cúpula sobre pechinas. A la entrada podemos destacar un amplio atrio al que se accede por medio de tres grandes vanos, abiertos en cada una de las fachadas, culminados por sendos arcos carpaneles. Al interior, lo poco que queda ofrece gran interés y merece la pena destacar el magnífico juego de pilastras adosadas rematadas por arcos doblados y la decoración de molduras superpuestas que recorren los muros del edificio. Lamentablemente destruida en la Guerra Civil, se encuentra en ruinas y aunque los muros presentan todavía cierta solidez, las cubiertas han desaparecido totalmente.

La ermita de La Señora es también del siglo XVIII, aunque su fábrica tiene, desde un punto de vista artístico, mucho menos interés que la ya mencionada ermita de la Virgen de la Palma. Está construida a partir de un esquema muy simple que la entronca con la arquitectura popular. Tiene una sola nave de planta rectangular y se cierra con cubierta a doble vertiente. La fachada consiste en una sencilla puerta adintelada sobre la que se coloca un frontón triangular de cierre, en la parte superior de éste y en línea con la portada, podemos ver un campanil de ladrillo. La ermita está construida en sillería y mampostería.

Ermita de La Señora

Ermita de La Señora

Los edificios de uso residencial que componen el pueblo datan en su origen de los siglos XVI o XVII, aunque las reedificaciones a las que se han sometido la mayoría, sitúen su cronología ya en este siglo o a lo sumo a fines del pasado.

La distribución tradicional de las casas solía ser la siguiente: en la planta baja se situaba la entrada, esta daba paso a la cocina a la que se sumaba la recocina, junto a ella el masador y al fondo las cuadras y corrales. Las cocinas solían tener fregaderas adosadas al muro, estanterías de obra y armarios empotrados cerrados por puertas de madera y vidrio para guardar la vajilla. El primer piso constaba de varias salas con alcobas y el acceso a las falsas y graneros que se colocaban en la última planta de la casa.

Al exterior, los sillares y la mampostería en la que se construyen los edificios se revoca con cal. A la entrada de la casa suele haber bancos de obra. Los vanos, recercados en su mayoría, se cierran por rejerías de forja de traza sencilla, aunque en ocasiones de magnífica factura, como es el caso de la reja que cierra una de las salas del primer piso de la casa de Pedro Pérez Tolosa, la cual, según consta inscrita en la misma reja, data de principios del siglo XVI. Los edificios se cubren con tejado a doble vertiente realizado en teja árabe.

El transcurrir del pueblo en época moderna no tuvo mayor trascendencia. Debemos remontarnos ya al siglo XIX, para encontrar en la desamortización eclesiástica de Mendizábal de 1836 la nacionalización de los enormes patrimonios de la Iglesia, principalmente conventos y monasterios. Estas desamortizaciones produjeron la aparición en el mercado de un buen número de fincas rústicas y urbanas, aunque en este caso la mayoría pertenecían a estas últimas. Así es como el entorno de la ermita de la Virgen de la Palma pasó por venta en subasta a manos laicas y es también probable que lo hicieran algunas fincas urbanas situadas en las proximidades de la iglesia.

Así nos encontramos en época contemporánea, según Pascual Madoz el pueblo tenía a mediados del siglo XIX unas setenta casas “generalmente de mala construcción” y 272 almas. No hay demasiadas novedades a lo largo de este siglo. La Guerra Civil española fue dura para todos, pero especialmente para aquellos lugares en los que el frente de batalla se instaló durante algún tiempo, Pancrudo fue uno de ellos. Desde el comienzo del conflicto, la línea que separaba la zona insurgente de la republicana se mantuvo siempre próxima y amenazadora. Finalmente, en el Parte Oficial de guerra del domingo 6 de febrero de 1938 se puede leer que “…los importantes pueblos de Alpeñés, Corbatón, Pancrudo, Cervera del Rincón, Lidón, Rillo, Argente, Visiedo, Fuentes Calientes y Camañas” habían pasado a formar parte del territorio controlado por las fuerzas llamadas “nacionales”. La guerra se alejaba del pueblo, y tras ella desolación y ruina. Comenzaba entonces el duro trabajo de reconstruir lo dañado e intentar reencontrar lo perdido. Tarea imposible para edificios derruidos y bienes desaparecidos o destruidos en la contienda. La vida seguía no obstante y Pancrudo, como siempre lo había hecho, salió adelante.

En la actualidad, el número de habitantes que viven habitualmente en el pueblo va disminuyendo de forma constante. Según el Instituto Nacional de Estadística, se ha pasado de 403 habitantes en el Censo de 1970, a 202 en el Padrón Municipal de 1996, casi la mitad. Preocupante pero no imparable, en los últimos años la pérdida de habitantes se ha ralentizado y parece que presenta cierta tendencia a la estabilización. En época estival y de vacaciones de Navidad o Semana Santa, el número de pancrudinos aumenta considerablemente, esperemos que este impulso renovador se convierta en una garantía de futuro para el pueblo.